miércoles, 29 de agosto de 2012

10 cosas sobre...


Tiene como costumbre salir a la arena a secarse al sol, lo hace sin miedo ya que en toda la isla solo hay una pequeña zona poblada y procura ir al otro extremo.

Le gusta remontar el río hasta un lago que hay en el medio de la isla, entre los arboles, el agua dulce y el sonido de la cascada la relajan.

Solo se arriesga a acercarse a los humanos para escuchar cantar a John, un viejo marinero que cose sus redes en el puerto.

Un muchacho la ha estado observando los últimos meses desde una cresta cerca del lago, él cree que es una criatura de agua dulce.

Odia las aguas frías.


Viajo mucho a través de los mares, pero nunca se alejo de la zona tropical. Cuando encontró la isla de Maupiti decidió que se quedaría allí.

Cuando tenía cerca de 10 años, escapó por los pelos de que se la comiera un tiburón martillo.


Durante el mes mas caluroso del año, (suele ser julio o agosto) puede cambiar a placer entre piernas y cola. Pero aún así nunca se ha atrevido a acercarse a los humanos.

No tiene familia, y no conoce a ningún otro de su especie. (Aunque supone que estarán escondidos por ahí sobreviviendo, al igual que ella)

Colecciona caracolas y conchas marinas, tiene mas de 1000.

viernes, 24 de agosto de 2012

Scene 20


Diario de Viaje día 1.

Por fin estoy en el hotel, el viaje ha sido agotador.
Un total de 25 horas de vuelo con 2 escalas desde el J.F.Kenedy en Nueva york hasta la isla de Bora-Bora, y luego una avioneta que parecía caerse a pedazos 40 km al este hasta llegar a Vaiea, la aldea poblada de la isla de Maupiti.
La aldea tiene un pequeño puerto de marineros y pescadores, pero apenas son 500 habitantes en total.
El resto de la isla está deshabitado.
Lo primero que voy a hacer es darme una ducha, el calor que hace aquí es húmedo y pegajoso. Mientras veníamos en la avioneta hice algunos dibujos de la isla, tiene mas o menos ese aspecto desde el aire.
Luego he vomitado ·///_\\\·
Me han dejado todo tipo de fruta tropical en la misma habitación así que también comeré algo. Debería descansar por que a pesar de que son las 3 de la tarde hora local, en los aviones casi no pude pegar ojo. Pero estoy tan emocionado que no podría conciliar el sueño.
Un nuevo trabajo, y completamente financiado!!! Se que no encontraré lo que esa chica quiere que encuentre, una sirena.. tal vez en lo basto del océano pero en un lago de agua dulce... no, no creo.
Sin embargo es toda una experiencia poder venir a buscarla, escuchar las historias de los marineros locales, todo esto completará un capítulo vacío de mi "supernaturalis creaturis" (nota mental, buscar consejos de publicación, los nombres en latín de libros de mas de 1000 páginas ya no están de moda)
Me han dicho que llegar al lago lleva unas 20 horas por terreno abrupto, tendré que acampar allí si quiero establecer un puesto de observación. Adiós a las comodidades del hotel.
He de llamar a la señorita McNeil una vez a la semana para informarla, así que aprovechare un par de días para dormir en el pueblo y abastecerme.
Mañana a primera hora partiré hacia el lago.
Estoy impaciente.

Wade.

P.D. He de informarme si se sabe algo de John McNeil, el abuelo de la joven que me ha contratado. Ella dice que se mudó a vivir a este archipiélago cuando ella tenía 9 años, y que no han vuelto a saber nada de él.
Por lo menos me ha dado un par de fotos, si no no tendría nada por donde empezar.

Un dibujo de la isla desde la avioneta, terminado luego en el hotel.

lunes, 6 de agosto de 2012

Scene 20

Personajes:
River
Viejo marinero
Marinero random


Música

Tan hermosa madrugada nunca nadie disfrutara,
con el sol apareciendo y la luna en las espaldas,
y en la proa de su barca la que tanto deseaba,
¡cuanto brillo en su mirada, relucían sus escamas!

"¡Ven al fondo,ven al agua, que allá tengo nuestra casa.
Si en la tierra soy extraña, tú en la mar no extrañas nada!
" Una barca a la deriva llegó al puerto una mañana,
y la brisa repetía: ¡Ven al fondo,ven al agua!



El viejo marinero cantaba sentado en el muelle, mientras cosía las redes rotas por la faena de la noche.
Dejaba vagar su mente con las viejas historias y canciones de sirenas. Pensaba que eran mitos y leyendas claro, pero aún así le cautivaban de una manera increíble. 
Recordaba aquellos tiempos hace ya casi 10 años, cuando todavía iba a visitar a su familia a   New York y le cantaba esa misma canción a su nieta, por aquel entonces recién nacida.

Lo que no sabía el viejo, es que estaba haciendo de abuelo para alguien más. Cantando nanas para una joven solitaria que se sentía perdida en el mundo.

River salía todas las madrugadas de su refugio acuático, su cueva solitaria en la que se sentía tan segura, solo para ir nadando hasta el embarcadero en el lado contrario de la isla. Allí se escondía bajo las tablas junto al viejo, y se podía pasar horas escuchándolo cantar.

Los días en los que no estaba él, se quedaba un rato oyendo las conversaciones de los demás marineros, aprendiendo un poco de esa lengua tan expresiva, pero enseguida se cansaba y se iba. Solo la hipnotizaba una voz, la voz que le cantaba.

- Eh John! deja ya esas redes, vamos a la taberna que nos tenemos merecido un buen trago de vino.
- Iré en un rato, aun me quedan unas cuantas canciones que echar al mar. No te bebas todo el vino hasta que llegue...
- A veces pienso que te pasas demasiadas horas sentado ahí, como si estuvieras esperando algo. No dejes que el mar te vuelva loco ¿quieres? Hazlo por mi.
- No te preocupes, solamente me relaja. Me da la sensación de que aquí sentado hay alguien que me escucha. Alguien que se preocupa por mí.
- Todos nos preocupamos por ti. No tardes, ¿vale?
- Vale

Un par de canciones después, John se levantó y se fue a la taberna. El día había sido largo.

- No estás equivocado viejo, yo te escucho.
   Me preocupo por tí.