lunes, 13 de julio de 2009

Presentaciones: Maho


Irina Ivanova era una hija de la guerra. El gobierno ruso la encontró con apenas un año llorando entre los escombros de una casa que la guerrilla había destruido.
En tiempos de guerra nadie quiere otra boca que alimentar. Afortunadamente, la dueña de un hospicio cercano aceptó hacerse cargo de ella. La llamo Irina Ivanova por que la casa en la que la encontraran figuraba ese nombre como propietaria, así que supusieron que seria su madre.
Un año después los niños fueron llevados al campo lejos de los bombardeos, e Irina creció mas o menos feliz. Como una huérfana más.
A los 16 años Katrina, la dueña del hospicio, le dio un billete de 100 rupias, algo de comida y se despidió. No podía tener a tantos niños con la ayuda que recibía, así que los mayores debían irse a buscarse la vida.
Irina no sabia que hacer. Decidió recorrerse los comercios y locales de la ciudad buscando un trabajo y quizá con suerte, un techo para pasar la noche.
Después de mas de 10 horas de búsqueda empezaba a anochece. , Irina no quería pasar su primera noche e la calle, así que decidió usar el dinero que le diera Kat para cenar algo y dormir esa noche.
Encontró una posada en las afueras, era un barrio pobre así que supuso que se apañaría con lo que tenía. La posadera era una anciana japonesa, estaba tan arrugada como una pasa pero le dio un buen caldo caliente y algo de pan, y le dijo que tenia una habitación libre en la segunda planta.
Cuando se fue el ultimo cliente, la vieja se sentó junto a ella y le contó algunas historias de su juventud en Japón, lo mucho que amaba su país y lo que le costó dejarlo, pero se enamoró de un ruso y siguió a su corazón. Irina también le contó lo poco que sabia de su vida. Así que Umiko (que así se llamaba la vieja) le dijo que podía quedarse a ayudarla, no podría pagarle pero tendría techo y comida. Era la única oferta que le habían hecho en todo el día, y además la vieja le cayó simpática. Así que aceptó.